Reflexion del Maestro Ernesto Raez- 12, de enero del 2010

(A Mario Delgado)
Mario:
Estoy de acuerdo con Willi sobre la pertinencia de que la misma gente de teatro asuma los recuentos anuales. Porque la memoria histórica es la suma de las memorias particulares de los protagonistas. No es el punto de vista personal de alguien. Esos recuentos pueden ser considerados como testimonios de parte. Esta es la razón por la que siempre me he excusado de escribir sobre la historia del teatro peruano. Porque la historia hecha por una persona es un cementerio de olvidados. Los recuentos de los trabajos colectivos como el teatro tienen que ser hechos por colectivos. Finalmente todo queda como una cuestión de "gusto" personal si es a título individual. ¿Se puede dejar de lado al FITECA que lleva más de cinco años realizándose anualmente? No me refiero a enumerarlo sino a consultar a sus organizadores. Es muy posible que por un errado sentido de la humildad o de la modestia el entrevistado no se nombre, como la gente que piensa que los candidatos no deben votar por sí mismos. No importa, ya aprenderán que nombrar lo bueno que hacemos es tener un buen sentido autocrítico.
Otro punto importante es hacer explícito desde qué punto de vista hacemos nuestra selección. También hay las mejores puestas frívolas, o experimentales, o populares.
Ahora contamos con un contingente de jóvenes investigadores que también pueden participar con análisis especializados. A mí particularmente me alegra toda puesta en escena lograda porque sé el esfuerzo que hay detrás de ella. Pero, a cada una le doy su nivel. Porque en el arte hay niveles. Es cierto que "el contenido depura la forma" (David Mamet). Pero no es menos cierto que sin una forma técnicamente bien realizada el contenido se opaca y se debilita en sus intenciones que, como se sabe, en el teatro como en todo arte no son panfletarias. Lo que no quiere decir que un buen panfleto no sea valioso. Lo es "como panfleto" pero no es arte. Los jóvenes investigadores van cada día siendo menos emotivos y más objetivos para juzgar las obras. Necesitamos de ellos porque nos evitan ser redundantes en nuestras propuestas o imitarnos a nosotros mismos. El arte es el espacio de la permanente renovación y del rigor formal cada vez más exigente hasta la perfección en que el esfuerzo ni se siente, ni se evidencia. Sin ánimo de pontificar, antes bien, de abrir una corriente de opinión te hago llegar estas líneas, Mario. Una excelente iniciativa y que vengan muchos a esperar para portar el testimonio en esta maratón de opiniones.
Fraternalmente
Ernesto

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